Bocina

Faltaban pocos días para la llamada, "Navidad". 

Osman respiraba el festivo aire,  al ver a la gente ir y venir con cajas y bolsas  destinadas a arrancar bellas sonrisas. 

Le recordaba muchos momentos de su vida.

Un aire de melancolía rozó su corazón. Llevaba una vida de solitario. 

Pero... era el mundo a su medida. Concluía en su pensamiento. 

Su estómago le recordó que no había comido durante toda la mañana. Así que decidió volver a casa. El refrigerador estaba lleno de sus preferencias. De pronto un bocinazo le detuvo en seco. Un cachorro de perro zigzagueaba nerviosamente buscando la vereda. Osman no lo pensó dos veces. Fue y atrapó al animalito que en cualquier momento podía ser arrollado por uno de esos rodantes monstruos.

Lo levantó manteniéndolo alejado de su cuerpo. Pudo ver que las garrapatas hacían su trabajo a toda máquina. 

Ya en lugar seguro, dejó ir al indefenso animal, y continuó su camino. Pero, a media cuadra se percató de que el cachorro le seguía. El hombre se detuvo, el peludo hizo lo mismo. 

— ¡Vete!

El perro se sentó mirando a todos lados. 

Rato después, Osman llegaba a casa con el peludo amigo.

Aún en la bolsa, lo levantó poniéndolo frente a sus ojos.

— Tú serás mi regalo. Yo seré el tuyo. De acuerdo? 

     Y te llamarás, "Bocina".

Dicho esto, le dejó en tierra. 

— Espera aquí. Tenemos que quitar todos esos bichos. Y luego de un baño, comeremos. Ok?

Bocina, movió su apelmazada cola, y lanzó un ladrido que parecía decir, "¡A la orden, jefe!".