jueves, 17 de noviembre de 2022

VOLVIENDO A CASA


 La bicicleta con sus  dos jóvenes  ocupantes, devoraba distancia rápidamente. 


— ¡Llegaremos tarde! — dijo Marco, el conductor. 

— ¡Sí! ¡Mi madre ya estará preocupada! — respondió Conny desde la parrilla. 

— ¡Yo tengo la culpa!

— ¡Y si nos casamos!?

Marco dejó de pedalear.  Frenó.  Ella bajó y esperó.

— Conny. Qué dijiste? 

Conny tenía las manos tapando su boca. 

— Nada. — respondió ayudándose con un movimiento de cabeza.

— Nada?

— Nada. 

El muchacho hizo una pausa mirando alrededor.

— Está bien. Sigamos. — concluyó, volviéndose, pero Conny le sujetó de la camiseta, cabizbaja.

— Dije; casarnos. 

La bicicleta escapó de la mano del muchacho, cayendo aparatosamente, pero, no importó.

— Te... casarías? 

— Porqué no? Te amo, y... Lo siento. — volvió a bajar la mirada. 

Él,  le miraba fijamente. Seis palabras  se aproximaban a todo trote.

— También te amo. También me casaría. 

Los ojos de la muchacha le miraron ahora muy abiertos. 

 — Y estaríamos todo el día, y todos los días, juntos. — agregaron al unísono, lo que provocó emocionadas risas. 

Luego de un breve silencio, y de la mirada más hermosa que en la vida pueden darse dos seres enamorados... un abrazo. Un abrazo apretado. Cada vez más apretado.


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